En los últimos tres años nos hemos metido de cabeza en una auténtica epi-demia de depresión y ansiedad.

La situación que nos ha tocado, o hemos elegido vivir durante esta época de la historia es tremendamente retadora. Estamos ante un punto de inflexión en el modo de vivir en este planeta, y cuanto menos a nivel inconsciente lo estamos percibiendo y, desgraciadamente muchos también sufriendo.

Algunos se quedan anclados en ese pasado que estamos dejando atrás a toda velocidad, y conectan con la depresión; mientras que otros conectan con el miedo y la incertidumbre por lo que vendrá, activando respuestas de ansiedad.

Podríamos caer en el error de juzgar a unos y otros como víctimas de las cir-cunstancias, del sistema, de los gobiernos, de los medios de comunicación, o de la crisis, pero no es para nada así. Cada quien es responsable directo del modo en el que responde ante la vida, aunque lo haga de forma “no conscien-te”.

El cambio de modelo económico y social está ahí para todos, y cada uno ele-gimos nuestra forma de afrontar dicho cambio.

No saber cómo funciona la mente subconsciente, responsable directa de nuestras respuestas emocionales y de nuestros hábitos, no nos exime de nuestra responsabilidad, al tiempo que nos condena a repetir día tras día las mismas respuestas.

Tanto la depresión como los trastornos de ansiedad son activados por nuestra mente subconsciente. Es nuestra programación interior la que nos lleva a res-ponder del modo en el que lo hacemos, a nivel emocional, físico y mental.

Es fácil que detrás de una depresión nos encontremos con traumas y blo-queos emocionales generados a raíz de experiencias vividas intensamente a nivel emocional, y que no supimos gestionar adecuadamente cuando se pre-sentaron. Eliminando dichas memorias y cambiando algunas creencias que permitan mirar la vida con otra perspectiva, lo habitual es que la depresión desaparezca rápidamente.

El mecanismo que activa la ansiedad es similar. En este caso, un cóctel de memorias inconscientes nos lleva a focalizarnos en los miedos y la incerti-dumbre, conectando con todo tipo de respuestas psicofisiológicas, desde la angustia, hasta las sensaciones de ahogo, taquicardias o incluso desmayos, pasando por pensamientos obsesivos, pánico, fobia social, etc.
Tanto la depresión como la ansiedad representan un peligro para nuestra sa-lud física, aunque por motivos totalmente distintos. La primera actúa de un modo silencioso, mientras que la segunda lo hace de forma escandalosa.

La depresión reduce significativamente la capacidad de nuestro sistema in-munitario haciéndonos más vulnerables, llevándonos a enfermar con mayor facilidad, y a dificultar la recuperación cuando lo hacemos. Podríamos decir que la depresión nos “mata en silencio”.

Por el contrario, la ansiedad nos pone en estado de alerta continua, hacién-donos reaccionar con hipersensibilidad, lo que nos puede llevar a pensar en ocasiones que tenemos “algo grave”, cuando tan solo son síntomas de esa reacción inconsciente. En cualquier caso, mantener ese estado de alerta de forma continuada genera estrés en nuestro organismo, alterando su equilibrio.
Afortunadamente, el subconsciente ya ha dejado de ser la asignatura pen-diente que nos impedía tomar el control de nuestras vidas. Hoy podemos co-municarnos con él, identificar las memorias que nos impiden avanzar y elimi-narlas con facilidad y rapidez.

El subconsciente ya no es ese gran desconocido que dirige nuestras vidas sin ningún control por nuestra parte, más allá de la fuerza de voluntad. Ahora po-demos alinearlo para que nos lleve por el camino que nosotros elijamos.

Si queremos superar sucesos del pasado, podemos hacerlo.

Si queremos vivir con autoestima, confianza y seguridad en nosotros mismos, podemos hacerlo.

Si queremos mirar el futuro con ilusión y esperanza, podemos hacerlo.

 

Hoy por hoy, podemos elegir aprender a usar nuestro subconsciente a nuestro favor, o bien dejarlo actuar libremente de forma espontánea, tal como la gran mayoría de la población lo ha venido haciendo hasta ahora.

No olvides que cada quien es responsable de su vida, toma sus decisiones, y vive como consecuencia de las elecciones que hace.

 

Ricardo Eiriz
Creador de Método INTEGRA
Embajador de la Paz y la Buena Voluntad de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México) ante la UNESCO