Miedo a enfermar, miedo al virus, miedo a las variantes, miedo a la muerte, miedo a la vacuna, miedo a los no vacunados, miedo a los vacunados, miedo a lo que pasará en el futuro, miedo a salir de casa, miedo a contagiar a mis se-res queridos, miedo, miedo, miedo. ¿Quién no ha conectado con algún miedo durante estos últimos tiempos?

Lamentablemente, el miedo se ha convertido en el ingrediente básico que mueve la vida de la mayoría, y los medios de comunicación de masas están jugando un papel clave para que esto sea así.

La mayor parte del mundo ha visto como sus gobiernos “de turno” han instau-rado la política del miedo como recurso imprescindible para establecer, sin apenas resistencia ni oposición, una enorme privación de libertades y un re-corte en los derechos fundamentales. Se trata de algo que ya conocíamos de los regímenes dictatoriales, pero que ahora ha sido adoptado de forma masiva en los “supuestos” regímenes democráticos.

La censura en los medios de comunicación y las redes sociales es absoluta, no permitiendo la difusión de opiniones contrarias a la gestión “política” que se está haciendo en estos últimos dos años de lo que supuestamente debería ser un tema sanitario. Esto nos lleva a que la población recibe un mensaje único y repetitivo, introduciéndose en el subconsciente de las personas a nivel de creencias.

Si a eso le añadimos el caldo del miedo, el impacto es todavía más rápido a nivel subconsciente, ya que reducimos enormemente nuestra capacidad de filtrar el mensaje que estamos recibiendo. Esto sucede porque nuestras capa-cidades mentales y racionales se ven sustancialmente limitadas cuando nos mantenemos conectados con un estado emocional tóxico, al producirse una activación cerebral que limita el uso de los lóbulos prefrontales.

Con miedo somos fácilmente manipulables, y no sólo para interiorizar creen-cias, sino también para actuar de un modo que no elegimos libremente. Basta que activen en nosotros el miedo para que respondamos “instintivamente” en base a esas memorias previamente interiorizadas, siendo incapaces de pensar o razonar nuestros actos.
Incluso podemos llegar a justificar nuestros actos, totalmente inaceptables con las creencias que anteriormente teníamos y que en parte conservamos, en un intento por encontrar la coherencia y evitar de ese modo el sufrimiento asocia-do a una obvia disonancia cognitiva.

El peligro es enorme, especialmente si la activación de esos miedos lleva a actuar en contra de otras personas, como se está fomentando en la actualidad. Lo que en el pasado fue tan criticado, e incluso nos avergonzó como sociedad, en la actualidad se está incentivando en muchos países. La discriminación social y la marginación de un colectivo por sus ideas o elecciones personales parece ser el camino por el que nos están llevando.

Esta es una realidad que no podemos aceptar. Debemos decir no a revivir el trato recibido por los judíos a manos de los nazis, o el recibido por los negros a manos de la supuesta “sociedad civilizada” blanca.

El miedo se ha politizado y, juntamente con el chantaje, se han convertido en las mejores armas de manipulación y control de masas. Pero está en nuestras manos superar el miedo, hacernos conscientes del modo en el que estamos siendo manipulados como individuos libres que somos, y decir basta a este sinsentido.

 

Ricardo Eiriz
Creador de Método INTEGRA
Embajador de la Paz y la Buena Voluntad de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México) ante la UNESCO