Por momentos pienso qué sería de mi vida si hace ya casi catorce años no hubiera elegido adoptar la profesión de ser feliz, y en ese proceso no me hubiera encontrado con diversas técnicas energéticas que, desde su simplicidad, me ayudaron cada una a su manera a trascender mis limites, a salir de mi zona de confort, y a focalizarme en crear el maravilloso estilo de vida que sigo disfrutando y, disfrutaré hasta que elija continuar mi camino en otro plano.
Hace mucho entendí que el despertar de la consciencia es similar a que nos suban el volumen energéticamente a nivel interno, lo que propicia que podamos escuchar la música de nuestro interior, de nuestra alma, y reconocernos como realmente somos. Es por eso que se dice “todo debe salir a la luz” y, ciertamente así nos está sucediendo, cada día a una mayor velocidad.
Al igual que sucede con los niños, que crecen día a día a un ritmo sorprendente, el despertar de la consciencia planetaria también lo hace a una velocidad cada vez mayor, aunque obviamente no lo percibimos si no somos capaces de levantar la mirada y observar con perspectiva la vida en este planeta hace tan solo 5, 10 o 20 años.
Ahora bien, ¿qué ocurre en la vida de aquellas personas, en su día a día, cuando no saben, no quieren o simplemente no participan (por la razón que sea), del despertar de su conciencia espiritual de forma consciente?
La respuesta a esta pregunta se halla en el perfecto equilibrio en que se sostiene nuestra realidad energética. Los polos siempre se encuentran equidistantes, por lo que cuanto mayor sea el nivel vibracional de algunos, cuanto mayor sea la conexión con su alma, mayor será la desconexión de otros. Cuantas más personas se mantengan plenamente conectadas con su esencia divina, mayor será el colectivo que permanezca desconectado.
Por suerte o por desgracia, esta es la realidad que me encuentro a diario y, en los últimos años con una evolución exponencial, lo que lleva a muchos a disfrutar en plenitud, y a otros tantos a sufrir cada día en mayor medida.
Hace ya mucho entendí que las casualidades no existen, y que todo sucede por alguna razón. De ahí que lo que me llevó a estudiar profundamente el mundo del subconsciente, a dejarme atravesar por la inspiración y creatividad para que de mi surgiera Método INTEGRA, sin duda fue una misión divina con la que fui bendecido, y que por supuesto acepté y valoro enormemente.
Cuando acompaño a las personas en sus procesos de transformación, ya sea en sesiones personales o en los cursos, me doy cuenta del nivel de sufrimiento con el que muchos llegan, algunos incluso sin ganas de seguir luchando por vivir. A continuación, observo cómo cambian por el simple hecho de permitirse eliminar las memorias internas que les causaban tanto dolor y sufrimiento, saliendo como lindas mariposas de una fea y oscura crisálida.
Estamos experimentando una “subida de volumen”, lo que nos amplifica para bien o para mal. Cuando mantenemos memorias densas, éstas se amplifican, pasando a molestarnos más de lo que probablemente habían hecho hasta entonces. También podemos verlo como que todas nuestras memorias, al no ser trabajadas, suben a la superficie para manifestarse con el fin de empujarnos a cambiar y evolucionar.
Todos formamos parte de este mismo proceso, ya que se trata de un precioso momento de cambio planetario al que no podemos ser ajenos. La gran diferencia en el modo de abordarlo radica en disponer o no de una buena caja de herramientas para afrontarlo. Disponer de alguna herramienta energética que nos permita transformarnos interiormente para liberar el lastre se vuelve una necesidad, y si además el cambio puede ser de forma armónica, rápida y sin conectar con el dolor, mejor que mejor.
Cuando comenzamos a trabajar interiormente para liberar nuestro inmenso potencial, rápidamente vemos fuera, en nuestras vidas, el resultado de ese trabajo interior. La vida se transforma y el sol vuelve a brillar.
Por supuesto, se trata de un proceso. Esperar vaciar en una única sesión todo ese gran depósito en el que venimos acumulando “porquería” por décadas, es algo irreal. Debemos hacerlo gradualmente, trabajando objetivos que nos permitan irnos alineando cada día más con la persona que deseamos ser y con el estilo de vida que deseamos vivir. Te invito a que hagas tus propias pruebas y nos compartas tu experiencia.
Este cambio al que nos enfrentamos debe ser abordado de un modo personal e individual, ya que forma parte de nuestro libre albedrío, y cada uno debe asumir la responsabilidad de su propia vida. Y, por supuesto, los demás debemos aceptar y respetar su camino. De ahí mi entrega por enseñar y compartir todo lo que sé, todo lo que he aprendido e investigado, y todo lo que sigo creando.
Hace años me comprometí conmigo mismo a que llegado el día de partir, lo haría sintiéndome totalmente pleno y en paz, y que, ante la pregunta de “si volviera a vivir, ¿qué cambiaría o haría forma diferente?”, mi respuesta fuera un rotundo “Nada, todo lo volvería a hacer igual”.
Gracias por compartir mi camino.
Ricardo Eiriz
Creador de Método INTEGRA
Embajador de la Paz y la Buena Voluntad de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México) ante la UNESCO