María Teresa Escudero, fisioterapeuta e Instructora de Método INTEGRA®
El dolor es una experiencia inherente a la vida. En situaciones normales, esa sensación desagradable que experimentamos nos protege de posibles lesiones, nos permite buscar la ayuda profesional adecuada, o nos hace guardar el reposo oportuno para que un tejido dañado se recupere.
Por ejemplo, gracias al dolor retiramos la mano automáticamente de una fuente de calor que está quemando nuestra piel, vamos a un hospital ante una apendicitis o dejamos de caminar si nos hemos roto el tobillo.
El problema surge cuando la percepción dolorosa no está asociada a ninguna lesión y carece de un sentido de protección a nivel biológico que sea lógico o funcional.
En el momento en el que dolor se cronifica, pasa a ser recurrente e inexplicable, sin que ningún profesional sanitario consiga encontrar un motivo racional que lo justifique o una solución definitiva, el sufrimiento cotidiano pasa a ser el protagonista en la vida de las personas con dolor.
Por otro lado, teniendo en cuenta que la gestión del dolor no sólo cuesta quebraderos de cabeza y sufrimiento a quienes lo padecen, sino que, además, el coste económico para un país puede llegar a superar el del cáncer o el de la diabetes, es importante tener instrumentos efectivos que reduzcan esa carga.
Soy fisioterapeuta desde hace más de veinte años, especializada en el tratamiento del dolor crónico de origen músculo-esquelético. Mi trayectoria formativa y profesional pasa por decenas de cursos en técnicas y métodos fisioterápicos enfocados en el manejo del dolor y miles de pacientes tratados con resultados satisfactorios.
Sin embargo, a lo largo de los años y cada vez con mayor frecuencia, me encontraba con personas a las que me era imposible ofrecer una solución o una mejoría mantenida en el tiempo. Mis capacidades y conocimientos en fisioterapia tenían un efecto limitado ante esos casos complejos, al igual que ocurría con otras terapias o abordajes médicos utilizados sin éxito.
Como profesional de la salud me sentía impotente viendo como esos pacientes se convertían en los “desahuciados” de la medicina, continuando con su peregrinación caótica en la búsqueda desesperada de un alivio duradero.
El interés en remediar esta situación fue lo que me llevó a profundizar en Método INTEGRA.
Realicé la formación completa en todos los niveles del Método. En el camino descubrí cómo la mente subconsciente era y es la clave fundamental para eliminar definitivamente, y en el menor tiempo posible, el dolor persistente con el que conviven muchas personas.
Gracias a los protocolos de la metodología, se identifican y se trabajan los detonantes de situaciones tan complejas como la fibromialgia, las migrañas, las lumbo-ciatalgias y muchos otros problemas osteo-articulares y neuro-musculares que se mantienen en el tiempo sin explicación aparente.
En muchas de estas situaciones, eliminar elementos como traumas y bloqueos emocionales, acuerdos kármicos de sufrimiento o de sacrificio, emociones reprimidas, programaciones alarmistas, bloqueos y desequilibrios energéticos, y trabajar las conexiones energéticas, entre otros, facilita procesos de recuperación sorprendentes.
En otros momentos, el trabajo es aún más profundo y hay que reflexionar con la persona en relación a las creencias limitantes que están ocasionando el desequilibrio interno. Al igual que determinados alimentos o tóxicos deben ser eliminados, o se hace necesario elaborar un plan de acción detallado para cambiar comportamientos o realizar actividades concretas.
Por ejemplo, en el caso de Lucía, diagnosticada de fibromialgia hacía 3 años, fue sorprende ver la evolución de su sintomatología durante las semanas sucesivas a la aplicación de un protocolo completo de nivel 3. Vivía en otro país y todo el trabajo lo hicimos a distancia. Se eliminaron muchos de los elementos citados con anterioridad, pero el más significativo fue una programación alarmista. Por primera vez en su vida, Lucía enfrentó y superó sus miedos a las recaídas y a las enfermedades, los cuales exacerbaban su percepción dolorosa. Finalmente, una exposición progresiva a la actividad física y una nueva programación con creencias empoderadoras, fueron las últimas piezas que necesitó abordar para retomar el bienestar que tanto tiempo venía buscando.
Y todo ello utilizando básicamente el test muscular de kinesiología, el magnetismo y la intención, conectando como representante con la persona afectada y sin tener que ponerle la mano encima. Es algo que, como fisioterapeuta, al principio me chocaba muchísimo. Pero conforme me adentraba en los diferentes casos, iba entendiendo que, al final, todo es energía, todo está conectado. Y es que, conociendo el engranaje que estructura esa dimensión humana, sólo es cuestión de seguir los pasos adecuados y permitir que la inteligencia del subconsciente, la misma que nos mantiene con vida, haga su trabajo.
De esta forma, podemos ver que Método INTEGRA no es una terapia, aunque su efecto sea terapéutico. Es un proceso de transformación a través del cual, las personas no sólo encuentran el modo de resolver un problema y aliviar sus dolores, sino que además consiguen salir fortalecidas en otras facetas de sus vidas. A veces aumentando la autoestima, otras mejorando sus relaciones o su gestión emocional, pero siempre disfrutando de beneficios asociados a una mayor coherencia interior.
Para mí es un enorme privilegio ser facilitador y guía acompañante de estos procesos, tanto a nivel profesional como personal. Y siendo sanitario, tengo el deber moral de recomendar a mis colegas de profesión, y a todo aquel que esté interesado en aliviar el sufrimiento ajeno, que aprendan este abordaje único e integral como complemento trascendental a sus conocimientos de base. La recompensa en satisfacción es de un valor incalculable.
María Teresa Escudero
Fisioterapeuta e Instructora de Método INTEGRA.