Afortunadamente, la ciencia actual nos ha mostrado mucho más de lo que se sabía hace un tiempo, pero por desgracia sólo está autorizada la difusión de unos determinados resultados en los estudios científicos. El resto son silenciados por los medios, lo que lleva a un adoctrinamiento generalizado en la mayoría de la población al recibir únicamente un mensaje día sí y día también.

La ciencia actual nos ha mostrado que, en gran medida, somos los creadores de nuestra realidad, algo que en Método INTEGRA estamos experimentando día a día en las sesiones que realizamos. Pero no debemos caer en el error de pensar que nuestras creencias nos salvarán de todo, ya que no es así. La creencia de que soy capaz de volar y vuelo, no me librará de un buen golpe si caigo de un cuarto piso.

Seguro que todos habéis visto cómo los medios hacen escarnio público de personas que sus creencias los llevaban a defender la inexistencia del virus, y que acabaron en la UCI o incluso muertos. Con independencia de si en el origen del virus está la mano del hombre, o de si tenemos remedios para combatirlo de forma altamente efectiva más allá de los medicamentos experimentales que nos están obligando a inocular, el virus existe y tiene un impacto sobre las personas.

Cerrar los ojos ante la realidad externa a uno mismo no evita que ésta nos afecte. Estoy cansado de ver cómo personas que con creencias de que la brujería y la magia negra no existen, tienen su vida hecha un desastre y que, tras eliminar éstas se liberan para reencauzar su vida por donde realmente deseaban. O personas que creyendo que el café, la coca-cola o incluso la leche les hacen bien, están totalmente intoxicados.

Ciertamente somos los creadores de nuestra realidad, pero lo somos no únicamente por nuestras creencias, sino por lo que hacemos con ellas. Si nuestras creencias nos llevan a ignorar o negar una parte de la realidad, nos hacemos tremendamente vulnerables, y no asumimos nuestro poder personal. Sobre la aceptación, sin miedo ni resignación, podemos crear la nueva realidad.

El virus tiene un impacto sobre nosotros, al igual que lo tienen los medicamentos experimentales, los demás tóxicos, nuestras emociones, nuestras creencias, etc. Evidentemente ese impacto es distinto en cada persona en función de su situación previa, del estado de su sistema inmunitario, de sus hábitos, etc.

Nuestras creencias son muy importantes. Como sabes, suponen uno de los elementos básicos de nuestra programación subconsciente, y son el elemento que da forma a nuestros hábitos. Pero no debemos caer en el absurdo de creer que lo son todo, hay muchos otros elementos que confluyen en la creación de nuestra realidad y en cómo abordamos internamente las circunstancias externas. En los protocolos de nivel 3 llegamos a trabajar con más de cincuenta elementos distintos, y las creencias son la última pieza. Hacer uso de la capacidad que tenemos de incidir en todos esos elementos es lo que nos da realmente el poder para afrontar con unas ciertas garantías de éxito las “agresiones externas”.

Podemos lograr que el virus lo tenga más difícil para generar un impacto severo en nosotros si nuestro sistema inmunitario está fuerte, y eso lo logramos con nuestros hábitos, que por supuesto se basan en nuestra programación subconsciente.

El miedo, al igual que el resto de las emociones “negativas” debilitan nuestro sistema inmunitario. La falta de determinadas vitaminas, en especial las vitaminas C y D, también reduce nuestra capacidad de defensa. La ingesta de tóxicos, los pensamientos negativos, y muchos otros elementos tienen asimismo impacto directo sobre nuestro sistema inmunitario.

Creer que los medicamentos experimentales que nos están forzando a inocular son igual de seguros que todos los anteriores, es cerrar los ojos a la realidad. Son los políticos quienes están decidiendo inocular a la población medicamentos que no han finalizado todas las fases de ensayo, que han sido autorizados por vía de emergencia, que la gran mayoría no utilizan la misma tecnología que los anteriores, que ninguna investigación previa utilizando algunas de estas tecnologías había llegado a un resultado exitoso siquiera con animales, que por supuesto no han sido utilizados antes con humanos, y lo más preocupante, que directamente no existe seguimiento alguno sobre sus efectos a corto, medio y largo plazo, al ser inoculado de forma masiva. Tampoco hay evaluación previa y posterior de las personas inoculadas, no hay experimentación doble ciego en la fase actual, ni grupo control, ni criterios de exclusión, …, no hay autopsias completas en caso de fallecimiento tras ser inoculado (obviamente no se encuentra lo que no se busca), no hay interés por descubrir lo que realmente sucede en las personas una vez inoculadas, no hay tantas otras cosas…que huele demasiado mal. En realidad, detrás de todo esto no hay ciencia sino política e intereses económicos y de poder.

Por supuesto, cada persona es libre de tener las creencias que considere al respecto de todo esto que estamos viviendo, y de actuar en coherencia con ellas. Pero hay algo obvio, todo esto que estamos viviendo es real.

Personalmente soy de la opinión de que no deberíamos quedarnos en la negación ni cerrar los ojos ante ello. Y, por supuesto, tampoco deberíamos resignarnos y decir, como muchos hacen, “¡de algo tenemos que morir!”.

La buena noticia es que tenemos la capacidad para afrontar todo eso y limitar su impacto en nuestra salud y en nuestra vida. ¡Hagámoslo! Las frases que os comparto a continuación buscan precisamente eso, activar en nosotros la capacidad que tenemos de neutralizar todas esas amenazas externas. Pero no perdamos de vista el norte, ya que ni esto ni nada nos hará invencibles ni indestructibles. Podemos combatir una determinada exposición a un tóxico, pero si por ejemplo nos bebiésemos un litro de lejía, de poco o nada nos serviría hacer uso de ese poder interior.

Afortunadamente, tenemos otros caminos complementarios y altamente eficaces también para reforzar nuestro sistema inmunitario, como el consumo habitual de vitaminas C y D, así como el glutatión, o su precursor, la n-acetilcisteína, que resulta más asequible.

En cualquier caso, estamos ante un momento histórico de transformación planetaria, en los albores de una nueva civilización que se construirá en muy pocos años. La sociedad que conocíamos ya no existe, ni volverá. Ahora estamos construyendo la nueva sociedad en la que viviremos, y las bases que rijan esa nueva realidad las debemos definir entre todos. Y lo más impresionante, lo estamos viviendo en primera persona, pudiendo participar activamente (si lo elegimos así) en esa construcción. Sin duda, ¡es un privilegio!

 

Ricardo Eiriz
Creador de Método INTEGRA.
Embajador de la Paz y la Buena Voluntad de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México) ante la UNESCO.